Si bien la mayoría de las personas no dudarán en decir que lo
feo de la proximidad del invierno es el frío que golpea, otros tantos les
diremos que es la oportunidad perfecta para hacerse el guapo y salir a pedirle al viento otro golpe más.
Y son este tipo de noches las que a uno lo hacen meditar… la
oscuridad y el despoblado de la misma, el cansancio de un extenso día laboral, sumado
a los años acumulados, más una timorata luna escondida, a uno lo hace pensar
reflexivamente… y darse cuenta que salió a chupar frío nomas.
Y fue así que hoy me di cuenta que uno no precisa pasarse la
vida mirando el mar y analizándolo para darse cuenta que la frase “nadie se
baña dos veces en el mismo rio” es una pelotudez importante. Y no la critico su
falsedad, cuestiono el criterio de su revelación: eran tan pelotudos los
griegos que hasta Heráclito no la tiro no se habían dado cuenta? Por las dudas yo
ya la tiro: “nunca pisas el mismo piso dos veces” (conste no lo digo porque
justo haya pisado mierda antes de entrar a casa), y no pido grandes bustos en
mi honor (evitemos el chiste fácil).
Quizá el don de reconocer obviedades me es esquivo, pero nunca
entendí el mérito de decirlas. Quizá uno debería ponerse a relatar su cotidianeidad
para apreciarla, enfatizar sus mayores verdades para entenderlas, y dar palabras
a sus sentimientos para permitírselos… y
quizá ese es el sentido de todo… o quizá realmente Heráclito robabas la plata
como un hijo de puta.
Mientras uno reflexiona el mar ensordece y aclama atención
con el reventar de las olas: “la resaca se desata con tanta violencia en mi
interior que mi andar ya es un sin sentido… ya no hay espuma que me esconda…“. Piensa un poco más y murmura un alivio: “por
suerte tenía razón Poseidón y nunca bañare dos veces al mismo pelotudo”.
2 comentarios:
como te encanta la poronga
viniendo de un anónimo no haré comentarios al respecto
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